O sea… ¡no te entiendo, de verdad!
He intentado (y puedo jurarlo), no tener sentimientos rencorosos ni de odio, lo había logrado con cierto éxito… hasta hoy. Desde hace mucho tiempo que no me gustan las mentiras, sé que todos somos propensos a mentir alguna vez…pero el hecho de que sea constante en una persona me molesta, es decir: Te extendí mi mano y te ofrecí ayuda, no la quisiste, lo acepté; no procuras llamar porque no tienes tiempo (wey, ¿ ni 5 minutos en un día de 24 horas?), Muy bien, lo entiendo…lo que no acepto es que te hagas el mártir y me digas que tu situación no es fácil, que apenas si tienes para un pasaje de autobús, que no tienes trabajo y te ahogan las deudas, entonces me pediste ayuda…y ahí voy a poner mi cara de idiota (que así la tengo, pero esta era una ocasión especial) para echarte la mano y te echaba porras para que no te derrumbaras, para que cada día salieras a la calle a ganarte la papa… “Felicidades por tu nueva chamba”, te dije…y aunque apenas tengas para el bus, ya tienes algo seguro…pero mentías.
Creo que a cada una de tus confesiones, de tus secretos depositados en mí (los cuales pienso llevarme hasta la tumba), era como si desecharas el papel higiénico al baño y luego le jalaras para que se fuera a contaminar a otra parte ¿o es que pensabas despertar mi lástima? La neta, no sé.
Ahora sé que no necesitas de mi ayuda ni de mi persona.
No estoy enojado, ni guardo rencor.
De lo que estoy seguro es que de aquí en adelante, ya no puedo creerte.
Y eso es todo tengo que decir al respecto.
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