Mi inspiración se fue por la ventana. Se atoró en la cortina floreada de la sala y me aferré a ella como al hilo de un globo, amenazando escapar de entre las manos de un niño.
Me dijo El Señor Don Monito: “La inspiración es como el amor verdadero que se deja en libertad ¿volverá? No debes dejar a la inspiración marcharse”.
Yo creo que la inspiración es mujer, porque tiene reproches de mujer: “Hace mucho no me llevas a ningún lado”. “Aquí sigo como tu tonta, ¿eh? A ver a que hora te desocupas”. “Dijiste que regresabas temprano y mira la hora que es”. “Televisión, televisión, televisión… ¿No te cansas de ver televisión?”. “A veces creo que pones tan alto la música con la intención de no escucharme…”. “Ahí vas de nuevo, como zombie…paseándote por la sala y ni una mirada me echas”. “El día que menos lo pienses, me voy...”.
No pensé que cumpliera su amenaza, al menos no esta mañana…o mejor dicho, cumplió con ella poco a poco. Se fue acercando a la única salida, poco a poco; a la única salida que a veces yo veo…la recuerdo sentada en un sillón; hundiéndose, poco a poco…su mano roza mi hombro, intentando, seduciéndome…su mirada por encima del monitor de mi laptop…se sienta en la cornisa de la ventana, mostrando sus piernas la calle; se acomoda, poco a poco…Me llama por mi nombre con sus labios resecos, revolotean las gasas de su traslúcida ropa, su cabello se revuelve y de pronto ya no está.
Se marchó mi inspiración, se marchó cuando la abracé por la espalda y tomé su cintura, acurruco su cara en mi pecho y me dice “Adiós”. Desapareció en un abrir y cerrar de ojos, no alcancé a sujetarla ni cuando se atoró en la cortina floreada de la sala ¿O acaso la empujé al vacío? ¿O acaso desaté yo mismo el nudo para que cayera? ¿O acaso no era su intención lanzarse?
De ella solo me quedan, unos millares de páginas en blanco.
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